Un día como hoy, hace cuarenta años, finalizaba el festival musical más emblemático de todos los tiempos.
Joan Baez muy atinadamente lo describió como "un reflejo de los años sesenta en tecnicolor y salpicado de barro"; tres días de paz y música en una época muy difícil... si tan sólo pudiera viajar en el tiempo sé que uno de los lugares en los que me hubiera gustado estar sería allí.
En aquella granja ubicada en Nueva York, se reunieron Janis Joplin, Jimi Hendrix, Nash y Young, The Who, Stills, Jefferon Airplane, y más de trescientos mil rebeldes, en su mayoría, con causa.
Woodstock representa a una generación de jóvenes que deseaban un mundo sin guerras, ni prejuicios, aunque, lamentablemente, conforme fueron pasando los años, muchos miembros de esta generación se olvidaron de aquellos ideales y siguieron los pasos de aquellos a los que tanto criticaron durante mucho tiempo.
No me malinterpreten, creo firmemente que los verdaderos hippies, es decir, aquellos que luchaban por una transformación social, cuya forma de vida iba más allá del furor por la música, la ropa y las drogas de moda, realmente cambiaron al mundo, o al menos, hicieron oír su voz en temas tan importantes como el pacifismo y el ecologismo.
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